El desierto de la sed

El desierto de la sed

Rodrigo Galarza

1era Edición: Amargord Ediciones, Madrid, 2004
2da edición, Ananga Ranga, Corrientes, 2016

el desierto de la sed
no la sed del desierto
Hugo Mugica

la sed construye puentes

aquí
la niebla un hombre

y dios
ardiendo en el blanco fulgor de sus huesos

I
vuela el oscuro pájaro de la noche
vuela
traspasando el misterio

así la muerte se hace más cotidiana

II
crecen tus ojos en la niebla
no ven el precipicio
y sin embargo se azoran
crecen
se disuelven
en el pálido color de un sueño
crecen

se hacen niebla

III
hundirse
hasta tocar el fondo
hasta estallar en corolas
los ojos

IV
arden junto a tus huesos
los perfumes de la noche

cuando ardan los del día
tus huesos serán el camino

V
se desbordan las palabras
callan
sangran sus límites

un silencio hiriente
abre
enciende la noche
todo el desierto cabe en mis ojos

y todavía la espera

VI
y he de apretar mi boca
contra la tuya
y esperar que sangren los reclamos

que se queden en silencio
las urgencias del silencio

VII
en tanto el cuerpo espera
es un desgarro del deseo

una imitación empobrecida de la luz

VIII
el agua descubre su fría navaja
cayó al degüello el crepúsculo sobre los ojos de un ángel

…y sin embargo la vida

IX
y sentís que bajo tu piel la herida no cesa

engendra flores con la sangre de una aurora
sólo te falta descubrir dónde comienza la música

X
que el dolor respire lo que respira
el estigma de un despojo que empieza a hacerse luz

o pura transparencia

XI
por fin el agua entendió lo que el pájaro siente cuando acaba el día:
copió la figura de un hombre sangrando en el crepúsculo y le dolió…

XII
estuve ante la belleza
quizá haya sido el pájaro de tu aliento que aún sobrevuela mis muertes

XIII
luz sobre unos ojos ciegos
demencia que envuelve la lejanía hasta hacerla un punto voraz
la noche se desangra
la belleza es ahora el esplendor del vacío

XIV
clara es tu voz en medio de la noche
un hilo encendido
¿llegaré al centro? ¿te daré muerte
definitivamente?

XV
en el silencio
la flor del hambre se desnuda
el colibrí liba

XVI
el silencio ya no te acerca al vientre abierto de la madrugada
la palabra se hizo puñal en tu boca

y no pudiste con tus heridas

XVII
bienaventurada esta sed y hambre

que me revelan el poder de tu ausencia

XVIII
de noche
me transformo en un extraño pájaro con garras
en vez de alas

XIX
se abren las llagas y el dolor se oxigena
nunca me he sentido más habitado por el viento
más cerca de una lejanía sin prisa
un desvelo para nacer alto y sin orillas

XX
es la propia ausencia
la que llena de azul las heridas

la que hace del manar
una resurrección

XXI
la luz envolvió el rocío y la gema brilló
dejó ver su esplendor
era una lágrima de Dios humillada por el hombre

XXII
y de pronto iluminás el jardín de tu espera
y ves los caídos en batalla
los cadáveres que aún conservan tus ojos
los que ya no reconocerán el color
que hoy lleva tu esperanza

XXIII
vino la noche a pulir tu dolor pero no estabas
sólo había restos de tu naufragio
entendiste entonces las maravillas de las enterraciones:

la pura gema de tu hambre guardada como un tesoro

XXIV
1
súbito confín
vuela el pájaro traspasando el otoño

arrastrando los grises bajo sus alas

vuela el pájaro
luego
se detiene a cantar en el centro de una brasa

habría que ponerle nombre a sus cenizas

2
el siguiente será el vuelo de un pájaro
nacido del otoño
pero con corazón de cigarra
habilidad de orfebre
y vocación de eternidad
a Esther Giménez

XXV
aquí
resplandece
la muerte más alta

el fulgor más silencioso:
la maravilla del asilo:

irme
mientras me quedo en la definitiva
disolución de la ausencia

XXVI
sonará el laúd de la misericordia
la ciudad injusta abrirá sus puertas
y la luz sellará las heridas
luego el silencio inaugurará la mirada de un hombre manso

será como nacer del ángel

XXVII

si digo que esta llaga es el poema
que esta ala es la llaga
que este poema es la boca
que esta boca es el silencio
que este silencio es la lanza

si digo que esta lanza

se adentra en la llaga
corta el ala
sangra la boca
templa el silencio

si digo: ¡digo!

es que la poesía está viviéndome urgente

XXVIII
el vino despierta los demonios

los míos son las heridas de la flor
el misterio con que me impregnan de tanta muerte

XXIX
de niebla tus párpados
debajo
-en nombre de la lucidez-
la luz desgarra tus ojos a dentelladas

XXX
se desmaya un pájaro sobre tu piel
la tarde estalla su cansada fragancia

he estado en tu vientre

ahora deberé llorar como un niño
XXXI
1
no hay música más quieta que la del agua a esta hora
con una astilla de tarde en el pecho
cayó el pájaro herido de muerte
ay
la luz
el ritmo
el color
la piel demencial de este silencio

2
el borde del agua o de la infancia
aquí comienzan los dominios de una música
que se llama: lejanía

3
desciende un ángel que fue pájaro
se asoma a un espejo de agua

desciende y se asoma…

y sólo ve un pájaro que fue llamas

XXII
y el vuelo se hizo carne

pájaro diamante
sangre de aurora

y desafié la gravedad
y me fuí…
arrastrando el aire de la ausencia
llevando mi dolor
a otro espacio de la muerte

XXXIII
el roce de un color me dice que de esta llaga
todavía es posible una flor que me sostenga

XXXIV
1
otra vez la luz hundió su puñal de esperanza
no hay nada más limpia y hermosa
que la sangre de esta herida
2
si calla tu palabra
por debajo del silencio alumbra el frío de su puñal:
rayo detenido entre espejos de eternidad

XXXV
unas manos

se abren
pulsan
tu silencio

arde un beso:
pausa del olvido

XXXVI

A Nachi
también la esperanza escribe y amanece
toda la noche ha pulido sus diamantes

XXXVII
y todo es un quemar de transparentes rosas en el vacío
¿crecerán en mí con su acostumbrado temblor?
XXXVIII
1
la sed desborda
pero me sostiene ante el vacío
2
lo que calla
y sin embargo
enciende la noche
la palabra que la nombra
para despertar al vidente

XXXIX
te convertirás en ángel

te posarás en mis manos
como un pájaro que aún ignora los secretos del canto

y no sabré qué decirte
cómo ofrendarte mis ojos

XL
nado
en el cáliz
útero

sueño
con algo que se llama sol

oigo
el latido de mi madre
abriendo la noche sideral

todavía
no he ejercido el llanto

XLI
me asomo
al silencio
y oigo el nacimiento de la sed:
silbo blanco de un pájaro
herido por la luz
blanco sobre blanco
me asomo
y su fulgor se adentra en mís

tiemblo la construcción de un puente
XLII
entre tu boca y el silencio
vuela un pájaro invisible

entre el silencio y el vuelo
se hace canto una palabra

entre el vuelo y el canto
otra vez el pájaro invisible:
su temblor el viento la arena
y

este poema como huella
y esta huella como vuelo

XLIII
el borde de la llama
o del silencio
una palabra en llamas
tu nombre
al borde de mi boca
tu palabra
al borde de mi silencio
mi silencio en tu boca
borde
de unas llamas

por tu boca
-tu nombre
te llama
mi palabra-:

beso el mundo

XLIV
en silencio
tiembla silencio el pájaro

un extraño fulgor se apaga en sus ojos
toda la noche cabe en sus alas quietas

en silencio
arde
vuela silencio
el pájaro

XLV
absurda
la corola enseña a la noche su color
y ella
-esa extraña criatura que no deja de arder-
la sostiene entre sus dientes

XLVI
entre ruinas construyo un asilo
silencio a silencio me desnudo y entro
con la verdad del dolor en la frente

XLVII

todavía arde

el color de la inocencia

su resplandor se levanta entre ruinas

herido
un hombre restituye
la flor que albergaba su niñez

XLVIII
se mueren las palabras
no saben qué decirnos se mueren

quizás un gesto tuyo
las encienda de otros extravíos
aunque sólo sea una esperanza provisoria
en medio de la noche
aunque sólo sea mirar
que significa arder en el silencio
morir con los ojos en llamas

XLIX
busqué ser el mismo
y fui el mismo: el que ya no era

donde nada veía:
vi

tu nombre encallar en mi pulso
abismo
iluminado

L
desde qué orillas cantan las chicharras
desde qué ardiente silencio me llaman
me convierten en el Nadie
que ya no resiste las amarras contra el mástil

Arte poética
no tenés orillas

atada vas a la desnudez del aire
abriendo el fuego de antiguas estrellas

nombres entrelazados por un secreto rocío
que hace brillar el tiempo como si fuera
una eternidad irrepetible

ardida luz de oscuros ángeles
astillados en silencios que duelen nacimientos

no tenés orillas

y sin embargo
día a día busco encallar en tu boca
para que me salves

me digas quién soy

quién fui…